¡Oh celeste tesorera de todas las gracias, Madre de Dios y mía Madre, María! que es la hija primogénita de el Padre eterno y que tiene en tus manos Su omnipotencia, tenga piedad de mi alma y concédeme la gracia que fervorosamente suplico.
Avemaría.
¡Oh misericordiosa dispensadora de las gracias divinas, María Santísima, Madre del Hijo de Dios encarnado! que la coronó con Su inmensa sapiencia, considera la grandeza de mi sufrimiento e concédeme la gracia de que tanto necesito.
Avemaría.
¡Oh dulcísima dispensadora de las gracias divinas, Inmaculada esposa de el eterno Espírito Santo, María Santísima! que de Él recibió un corazón que se conmoved por piedad de las desventuras humanas e no puede resistir a consolar los que sufren, tenga piedad de mi alma y concédeme la gracia que espero con plena confianza en tu inmensa bondad.
Avemaría.
Si, si, mi Madre, tesorera de todas las gracias, refugio de los pobres pecadores, consoladora de los aflijos, esperanza de quien se desespera e auxilio poderosísimo de los cristianos, deposito en ti toda mi confianza y tengo certeza de que mi obtendrá de Jesús la gracia que tanto deseo, desde que sea para el bien de mi alma.
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia.
No comments:
Post a Comment